Dos días por Marrakech



Todo comenzó con una charla con mi primo Antonio.
Y hablando-hablando terminamos un par de días en Marruecos: el contraste cultural, sus ciudades, su gente, lo diferente, sus olores, sus colores…su belleza.
Y así, sin más, un frío sábado de febrero aterrizamos en un cálido Marrakech.
               Coche                   Huelva-Sevilla.
               Vuelo                    Sevilla-Marrakech.

Al aterrizar me topé con un aeropuerto nuevo, limpio y bonito. Además los trámites de aduanas fueron rápidos, así que el viaje empezaba con buen pie.
Del aeropuerto a nuestro Riad, en la Medina, fuimos en taxi. ¡Vaya forma de negociar! Y si a esa negociación le sumas el plus de ser mujer da miedo. Cuanto más regateaba más le crecía al señor su cara de enfado, pero yo no di mi brazo a torcer hasta llegar al precio que yo quería. Eso sí, es agotador mentalmente, aunque no me cogía de sorpresa ya que uno años antes tuve la suerte de andar por las calles de Tánger y Tetuán.
Nada más bajarnos del taxi fuimos el foco de atención. Me sentí observada, muy observada.
Le pagamos al señor del Taxi y nos indicó como pudo dónde se encontraba nuestro Riad, metiéndonos en un callejón. Al segundo se nos acercó un local para guiarnos. Pero le dije que gracias que ya habíamos dado con él. El chico insistió. Entonces creí que nos acompañaba para después pedirnos una propina (¡Ojo con los guías que salen de la nada!) Pero en esta ocasión, sólo vio en nosotros, una oportunidad de negocio. Cerca tenía un centro de masajes.
Y al fin llegamos a lo que sería nuestra pequeña morada los siguientes tres días.
¡Qué simpáticos!  ¡Qué amables!  En vez de ofrecernos un té nos ofrecieron un vasito de vino rosado mientras me contestaban todas las preguntas y dudas que tenía acerca de la ciudad y los puntos a visitar.
Después de unos 30 minutos de charlas e indicaciones en un mapa que nos facilitaron subimos a nuestros aposentos. Dónde nos acomodamos, descansamos un poquito y nos pegamos una ducha antes de salir al encuentro de mi primo y su novia y del restaurante que habíamos elegido para cenar.
¡Pero qué sitio más bonito!  En el corazón de la Medina una casa del S.XVI. Se llama “Dar Cherifa” Nosotros cenamos en el salón pero también cuenta con una terraza. Sino tengo mal entendido también funciona como Hotel. Un sitio más que recomendado.
DOMINGO:
Dicen que para tener un día lleno de energía no hay nada como tomarse un buen desayuno. Y eso hicimos. En vez de salir a la calle nos lo tomamos en nuestro Riad por el módico precio de 2’50 € por persona. Lo sorprendente no es el precio sino lo que incluía: un zumo de naranja, café, té, unos panecillos y una especia de crep, mantequilla y mermelada, un yogurt y un trocito de queso. Y sí, por persona. Además nos dieron la posibilidad de tomárnoslo en nuestra habitación, en el patio interior o en la terraza. Aprovechando que hacía un sol de escándalo nos decantamos por la terraza y sus vistas a las azoteas de la Medina.
Quedamos con Antonio y Alejandra en la Plaza de Yamaa el Fna. Una plaza muy popular dentro de la Medina que cuenta con un gran movimiento, no solo de personas sino de puestos, sufriendo cambios a lo largo del día: por la mañana encontraremos domadores de monos, encantadores de serpientes y diversidad de puestos; sin embargo, por la noche nos toparemos con puestos de comida, músicos improvisados y espectáculos.

Antes de seguir con nuestra ruta nos adentramos por las callejuelas que conectan con la plaza para cambiar dinero. Después de consultar varios sitios dimos a parar con el Hotel Ali, el que tenía mejor cambio sin lugar a dudas. No hay que entrar en el Hotel, tiene en la entrada una ventanilla de cambio.
Una vez realizado el cambio nos dirigimos al Siglo XVI, al Palais El Badii. Aunque actualmente se encuentra en ruinas, me enamoró. Un aire de grandeza de lo que una vez fue (por lo visto llegó a ser un enorme palacio de 300 habitaciones decoradas con los mejores materiales de la época: oro, turquesas y cristal) No os olvidéis de subir a las murallas para contemplar la característica ciudad de Marrakech. Además, por 10 dírhams más tendréis acceso a ver el Minbar (púlpito) de la Koutoubia, que fue tallado por artesanos de Córdoba del S.XII.


Sin movernos de siglo nos adentramos en las Tumbas Saadiens. No te dejan acceder al Mausoleo principal (donde está enterrado el sultán y su familia) pero te dan la opción de verlo desde fuera, asomándote. Y además, debido a la cola de turistas que hay, no te dan más de un minuto para poder disfrutarlo, para poder empaparte de su belleza. También os invitaría a que pasearais por el jardín, donde encontraréis tumbas decoradas, pertenecientes a los sirvientes y a los guerreros de la Dinastía Saadí.
Después de una mañana de movimiento nos sentamos en el “rooftop” de un restaurante cerca de la Plaza de Yamaa el Fna. Donde nos relajamos y picoteamos algo.
Por la tarde, con las pilas recargadas, fuimos de compras por el Zoco. ¡Qué facilidad para perderme y para enamorarme de todo! Aunque por mucho que negocies y el precio te parezca el justo o tiradísimo al final te sentirás con la sensación de que te hayan estafado.
Entre compra y compra descubrimos el Café Árabe. Creo que es el único sitio de la Medina donde ofrecen una cervecita bien fresquita, vino y algún que otro cocktail. Su terraza, con unas vistas al Zoco, nos puede brindar un bonito atardecer.
Camino del hotel empezó a llover como si no hubiera mañana. Así que nos quedamos en unos soportales esperando a que amainara un poco para poder desplazarnos.
Entre espera y espera hubo algo que me llamó la atención y más bien me indignó. Os pongo en situación: Él, ella y los dos pequeños de la casa. Uno de ellos un bebé en brazos de su madre. Él iba el primero con el paraguas, seguido de su mujer y sus hijos, sin importarle que los pequeños agarraran una pulmonía. ¿Se puede ser más egoísta?
Una vez la lluvia decidió que aflojaba un poco corrimos calle arriba y nos paramos en el primer restaurante que encontramos, acertando, para cenar. Se llama BazAar Café. Y qué ilusión la nuestra al descubrir que podríamos cenar con un vino o una cervecita 😊
LUNES:
Nada más levantarnos y ducharnos nos pegamos otro señor homenaje como desayuno. ¿Quién se iba a resistir?
Esta vez serían Antonio y Alejandra los que saldrían a nuestro encuentro. Y mientras los esperábamos salimos a descubrir las calles cercanas a nuestro Riad. Calles en obras, llenas de burros monísimos, adolescentes con sus uniformes que deberían de estar en el colegio…Hasta que descubrimos una calle que podría ser perfectamente una especie de mercado con sus puestos de pollos, carne, huevos, pescado, verduras, dulces llenos de abejas, un dentista por ahí en medio… Y entonces topamos con un señor que se dedicaba a freír una masa como si fueran donuts pero no. Tenían la forma de un donut pero el sabor de un churro.  Al día siguiente volvimos a repetir ¡Qué buenos que estaban!



 De ahí pusimos rumbo al Jardín Majorelle, también conocido como el Jardín de Yves Saint Laurent, repleto de plantas (cactus y cactus, bambú, plantas de jardín y acuáticas), de colores azules y verdes, mucho turista, una pequeña habitación de dibujos de “love” de Yves Saint Laurent, y sin poder faltar una cafetería, una librería y una tienda de recuerdos.




El trayecto, tanto a la ida como a la vuelta, fue un descubrimiento de las diferentes callejuelas de la Medina hasta pasar la muralla, adentrándonos en el nuevo Marrakech. Personalmente, me quedo con el ambiente cálido y lleno de encanto de las murallas hacia dentro.
Una anécdota, del trayecto de vuelta dentro de la Medina, poco divertida que daba un poco de miedo es que, mientras andábamos en pareja de la mano, un señor de unos sesenta años se nos acercó al grito de “don´t touch” reiteradas veces, haciendo el amago de pegarle a mi primo para que se separara de su novia por haberle dado un beso en la mejilla. Sin comentarios.
La tarde la dedicamos a realizar las últimas compras que nos quedaban por hacer. Me enteré que había una pequeña tienda de cámaras antiguas (las colecciono😊) regentada por un señor mayor ¿Dónde? Ni idea. Me costó cerca de dos horas encontrarla ya que iba casi sin referencias, pero con la ayuda de 3 locales que nos iban guiando muy amablemente dimos con ella. ¡Qué ilusión!


 MARTES:
Nos levantamos, recogimos, desayunamos y tiramos rumbo al aeropuerto.

Me hubiera quedado una semana más. Creo que Marrakech tenía más por enseñarnos y, sobre todo, me hubiera encantado haber tenido tiempo para hacer la excursión por el desierto. No pasa nada, prometo volver 😊


NOTAS:

VISA: no
pagamos nada. Consultar antes de viajar por si algo ha cambiado.

VACUNAS: no hizo falta que nos
pusiéramos ninguna. Consultar antes de viajar por si algo ha cambiado.

TIEMPO: depende de la época. Consultar antes de viajar.

DINERO: cambié directamente un
poco en el aeropuerto, para pagar el taxi y la cena de esa noche. El resto al día siguiente tal y como menciono más arriba en el post en el Hotel Ali.



TAXI: sólo cogimos dos – Ida y vuelta al aeropuerto. En ambos casos negociamos la tarifa antes de montarnos.




  Texto y fotos by Marina Rosillo Otaño
  Twitter: @MarinaRosillo
  Instagram: @marroota

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    * El Desierto de Merzouga y Marruecos (click aquí)





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